Bad Cover Version

Hace tiempo vagando una noche decadente, me quedé pegada a un televisor de algún tugurio por el que pasaba. No había visto este videoclip de Pulp e inmediatamente pensé en traerlo aquí. Creo que es digno de ser compartido... a ver cuántos personajes reconocéis; hay algunos geniales.

The original was so good; the one you no longer own.

and every touch reminds you of just how sweet it could have been

and every time he kisses you, you get the taste of saccharine.

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Supongo que esto se puede tomar como mi vuelta a estos territorios cósmico-musicales y que probablemente siga en la misma línea que dejé en el primer blog.

Un par de vídeos de Imogen Heap

Tras mencionar de pasada en el twitter tortuguero a Imogen Heap y recomendar su álbum Speak for yourself (Spotify) a @julitroll, que pidió un punto por el que empezar a escucharla, creo que debería hablar más de ella. Pero no va a ser en esta ocasión, sino en varias más adelante. Hoy toca compartir dos vídeos suyos.

El primero es el videoclip del tema Canvas, que está en el reciente Ellipse (Spotify), del año pasado. No voy a comentar el vídeo más allá de decir que está bastante bien y encaja con lo que escuchamos. Soy mucho más de música que de artes visuales, qué le voy a hacer. El tema en sí tiene una atmósfera muy envolvente y los instrumentos están muy bien seleccionados para conseguir pintar el paisaje idóneo para la etérea y tan personal voz de Imogen Heap. Como siempre, recomiendo auriculares para escucharlo, pues es de las que mima el conjunto y además añade montones de detalles sónicos que pueden pasar desapercibidos.

Después, algo más vistoso y en directo. Interpretando en vivo el tema Just for now (Spotify) de su álbum Speak for yourself con la ayuda de una Loopstation, grabando los bucles y lanzándolos al vuelo para tener varias capas simultáneamente, un recurso que me encanta (algún día hablaré de Ed Alleyne-Johnson, que utiliza el mismo sistema pero con su violín eléctrico). Voz, percusión corporal y magia.

Otro día, hablo de sus discos y colaboraciones varias, porque hay bastantes cosas curiosas y de calidad en ellas. Y además su presencia online también es remarcable y hay muchas horas de "making of" de su más reciente álbum. Pero, como digo, hoy no toca eso, sino disfrutar de los vídeos.

   

Baladas para el fin de los tiempos

A lo largo de su viaje entre las estrellas, la Tortuga ha presenciado cosas que vosotros no creeríais. Ha visto mundos morir, planetas marchitos, ausentes de toda vida. Ha sido testigo silenciosa de cientos de finales. Y no hay nada comparable a ponerle música al apocalipsis y contemplarlo en primera fila, sobre todo si vagas por el espacio sin nada mejor que hacer.

Porque no soy capaz de imaginarme a la Tortuga pensando: 

Vaya, me quedaría a ver esta orgía de decadencia y muerte, pero es que llego tarde. Tengo que coger el autobús y hacer unos recados, y además he quedado para esta noche. Otra vez será.

Pues no, enciende su mp3 atómico y disfruta de la caída de la civilización a ritmo de blues, por ejemplo.

Esferas metálicas

No estoy demasiado puesto en la música electrónica, así que cuando la Tortuga me sugirió este disco, no sabía muy bien qué esperar de él. No conocía (y sigo sin conocerlos más allá de este álbum) a The Orb, aunque recordaba haberlos visto en varios sitios como un grupo de cierta importancia en su género, y por algún motivo, al instante, vino a mi mente la portada de U.F.Orb, su segundo disco, probablemente por lo horrenda que és. Aparte de eso, lo único que me sugerían era ácido y lámparas de lava.

Fue el nombre de David Gilmour lo que hizo que me interesase inmediatamente por él. He leído que The Orb son conocidos por ser considerados los iniciadores del ambient house. No tengo ni idea. Si ya me pierdo entre las diferentes (y muchas veces absurdas) etiquetas del rock, me muevo con pies de barro entre los distintos estilos de música electrónica. Sin embargo, cuando Metallic Spheres comienza y suenan las primeras notas salidas de la guitarra de Gilmour, siento que estoy en terreno conocido.

Érase una vez...

   

Habiendo disfrutado de la música que la Tortuga dejaba caer por la Tierra desde prácticamente el comienzo de sus viajes, no puedo sino sentirme halagado de ser uno de los elegidos para transmitir sus recomendaciones al resto del mundo. Espero sinceramente que tanto sus hallazgos como las ofrendas que le haré de ahora en adelante resulten, como poco, igual de provechosos que los que he tenido suerte de presenciar cuando era un mero espectador, escuchando esos sonidos traídos de recónditos lugares del universo.

Como tributo a toda la música que me descubrió estos últimos años, quiero empezar ofreciendo en lugar de recibiendo, así que antes de que se presente con uno de sus maravillosos descubrimientos, voy a entregar, a modo de ofrenda, uno de los descubrimientos personales que creo que Ella apreciará, siendo su gusto tan variado y envidiable. Sirva este gesto como presentación de cara a la galería, también.

El álbum que traigo no es precisamente reciente: se publicó en Enero de 1966. Es improbable que la Tortuga desconozca esta joya del jazz, pero con la cantidad de nuevos lanzamientos que nos trae normalmente seguro que agradece que alguien le recuerde alguna de estas genialidades antiguas.

Wish you were turtle

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1. f. Reptil marino del orden de los Quelonios, que llega a tener hasta dos metros y medio de largo y uno de ancho, con las extremidades torácicas más desarrolladas que las abdominales, unas y otras en forma de paletas, que no pueden ocultarse, y coraza, cuyas láminas, más fuertes en el espaldar que en el peto, tienen manchas verdosas y rojizas. Se alimenta de vegetales marinos, y su carne, huevos y tendones son comestibles.

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1. f. Reptil del orden de los Quelonios, que, por razones inexplicables y seguramente absurdas, ha conseguido abandonar la órbita terrestre y se encuentra flotando por el espacio exterior sin rumbo aparente. Mide entre medio metro y dos metros de largo, así a ojo, y puede que un metro de ancho, por qué no. Su piel es color pepino y su rostro muestra una expresión de incredulidad que no puede ocultar. Se alimenta de gafas de pasta. Sus planes son desconocidos, pero sabemos que escucha música de manera enfermiza, porque no tiene nada mejor que hacer. Y no quiere que le coman los huevos.




 

La Tortuga Espacial flota por el cosmos como el envoltorio de un chicle arrastrado por la corriente de un arroyo en un día de primavera, a eso de las cuatro. Probablemente un martes.

Nadie sabe cuando, cómo, ni por qué ha abandonado nuestro planeta.

Algunos aseguran que fue la impactante consecuencia de una extraordinaria cadena de acontecimientos que involucraron a un inspector de hacienda, un banjo, una bolsa de canicas y un bocata de mortadela. Otros buscan una explicación más lógica y se inclinan por la mano del hombre (rompiendo un terrario en la Estación Espacial Internacional), pero ninguna agencia espacial ha querido hacer declaraciones al respecto. Por supuesto no falta la hipótesis alienígena. Incluso hay ciertos individuos que osan dudar de su existencia (desgraciados).

El porqué no importa. La Tortuga Espacial existe, es real, y se comunica con nosotros. No tiene mucho que decir, pero nos recomienda música, que de alguna manera es capaz de escuchar durante su viaje interestelar.

Sería una pena que sus valiosísimas recomendaciones cayesen en el olvido, ante la indiferencia de una sociedad que no presta atención a las palabras que un pequeño reptil les dedica desde los confines de la galaxia.

Con este blog queremos contribuir a difundir su sabiduría y compartir sus descubrimientos.


Música para tortugas a las que este planetucho se les ha quedado pequeño.