sábado, 28 de mayo de 2011

Beardfish - The Sane Day (parte 2)

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En la anterior entrada de este ciclo sobre Beardfish que promete durar unos meses hablé con bastante detalle del primer cd de The Sane Day. Hoy toca por fin seguir con la obra y ver qué depara el segundo disco, aunque escribiré bastante menos para una lectura más ágil. También ocurre que me parece más representativa la primera mitad, y a quienes haya gustado probablemente habrán cogido por su parte esta otra mitad. Por tanto, sin prisa pero sin entretenerme tanto, aquí van mis impresiones sobre el segundo "acto".

Recordamos dónde nos habíamos quedado: acabando The Summit con una cara de absoluto disfrute. Tras la pausa entre discos, mayor si los cambiamos manualmente en el reproductor y menor si estamos aprovechando las maravillas de la era informática y tenemos un rip, viene un ratito de relax con el tema que da título al doble álbum. The sane day establece una atmósfera de ensueño valiéndose únicamente del piano eléctrico y acaba con un incremento de intensidad y la vuelta del resto de la banda antes de regresar al rock con Blue Moon, cuya estructura es muy interesante y es otro de los temas más alegres de la obra. A destacar los pasajes intermedios con los arpegios de sintetizador, consiguen unas transiciones interesantes dentro de su simlpeza.




lunes, 16 de mayo de 2011

En movimiento

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Una pequeña recopilación para empezar bien la semana. Pensada especialmente para escuchar en el coche/tren/etc., viendo el mundo pasar ante nuestros ojos a través de las ventanillas.

sábado, 14 de mayo de 2011

Beardfish - The Sane Day (parte 1)

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Seguimos la serie prometida de entradas de Beardfish con el que yo considero la primera obra real, al menos en mi concepción de la banda. The Sane Day es un álbum doble, con una historia que a veces es seria y a veces todo lo contrario. Incluso ambas cosas a la vez. Es un saco enorme, tanto estilísticamente como líricamente, y en el caben sin apretujarse bailes de salón, grasa afrodisíaca de moluscos, el típico trasfondo de joven incomprendido y deseoso de amor y ese punto de miseria y rabia que tan natural le queda a Rikard Sjöblom.

Este Día Cuerdo es un disco en el que Rikard se incorpora definitivamente a los teclados, y consigue terminar de definir el estilo y la intrumentación el grupo, convirtiéndose en el hombre orquesta de la banda, teniendo a su cargo guitarras, teclados y voces. Y con teclados englobo una gran cantidad de timbres, muchos de ellos los responsables del regusto setentero de Beardfish: órganos a lo hammond, mellotrones, sintes analógicos, clavinets, pianos acústicos y eléctricos variados, solinas...

Pero, pese a mi de-formación tecladil, tengo maravillas que hablar del resto de instrumentistas, por feos que sean algunos. Las baterías de Magnus Östgren son un claro ejemplo de cómo tocar lo justo y necesario y nada más. Un kit sencillo, ausencia de alardes y apoyando al bajo de Robert Hansen a formar una sección rítmica sólida y correctísima. Bajo que, por cierto, tiene unas líneas muy creativas, desde las más saltarinas hasta las más íntimas, pero casi nunca están esas dos manos quietas.




¿Guitarras? A pares, oiga. Tanto David Zackrisson como Rikard reparten riffs y melodías que se entretejen y complementan a la perfección. De hecho, lo polifacético que es Rikard nos lleva a dividir los temas de Beardfish en dos tipos principales: aquellos en los que él lleva el teclado y aquellos en los que él lleva guitarra. Canción tecladera contra canción guitarrera. En las primeras es David el que brilla con sus acompañamientos y solos melódicos, y en las otras se produce uno de los ingredientes que más me gustan en sus discos: los solos de guitarra limpia o con poca distorsión que llevan dos líneas paralelas armonizadas o bien un diálogo en el que se suceden preguntas y respuestas entre ellos.

Vistos a grandes rasgos los pormenores tímbricos de Beardfish a partir de este álbum, y que mantienen en gran medida en los sucesivos, vamos a ver qué se cuece en particular en este The Sane Day. El primer disco en esta entrada, el segundo en la siguiente, para no pecar de cansino. Vamos allá.

domingo, 8 de mayo de 2011

Un jardín en la luna...

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Anoche fui a ver a Moongardening Inc. a la sala Tabóo, y me esperaba un gran concierto por lo mucho que me gustaba ya su EP The Green Dog Sessions y por lo flipado que me quedé con la primera escucha del nuevo disco que publicaron el otro día, con un título tan sugerente como lo es A sky full of killer whales. Pero la actuación no resultó ser lo que venía esperando. Porque fue mucho mejor aún.




Para introducir un poco la música de Moongardening Inc. podría decir que tiene una base entre pop y folk pero me quedaría demasiado corto. Ramalazos sesenteros, jazzeros o blueseros también están muy presentes, e incluso momentos de swing o totalmente psicodélicos. Y las canciones parten siempre de una historia, como nos contaba la cantante Sarah van der Meer entre tema y tema anoche. La mejor manera de que sepáis realmente a qué suenan es pasarse por su página en Bandcamp, donde se pueden escuchar tanto el EP como el nuevo disco de forma gratuita y deliciosa. Id ahora y ponedlo de fondo mientras seguís leyendo aquí.

viernes, 6 de mayo de 2011

Is it just a crazy dream?

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And if I show you my dark side
Will you still hold me tonight?
And if I open my heart to you
And show you my weak side
What would you do? 

The Final Cut, el tema que da nombre al disco homónimo, es una de esas joyitas que se dejan de lado por diversos motivos. En mi caso, y supongo que el de muchos seguidores de Pink Floyd, fue por prejuicios. The Final Cut es considerado, y no sin razón, un disco en solitario de Roger Waters más que uno de los Floyd, y por lo tanto se le suele ver como al patito feo de su discografía (si no contamos con A Momentary Lapse of Reason). Richard Wright ya estaba fuera de la banda, y Waters ya había decidido unilateralmente que el grupo no daba más de si. Un punto de vista que no compartían Gilmour y Mason, que además ya se habían comprometido a ofrecer a la discográfica un nuevo disco de Pink Floyd y no querían faltar a su palabra (y mucho menos quedarse sin cobrar). Así que lo que se suponía que debía ser un trabajo en solitario (al fin y al cabo se trata de una obra muy personal, nada menos que la exorcización ¿definitiva? de los cansinos traumas de Waters), terminó siendo una pieza más de la obra floydiana, construida con los ladrillos sobrantes de The Wall, y con Mason y Gilmour actuando como meros mercenarios bajo las órdenes "dictatoriales" de Roger.

Puede que recuerde a The Wall en muchos momentos, pero The Final Cut es una anomalía en la discografía de Pink Floyd; un álbum peculiar, diferente a sus predecesores. La verdad es que se nota la ausencia de Wright, y por otro lado se agradece el sonido familiar de la guitarra de Gilmour, que consigue brillar en temas como Your Possible Pasts o el propio The Final Cut a pesar de estar relegado a un completo segundo plano. A día de hoy no se si es el mejor álbum de Roger Waters en solitario (junto con Amused to Death) o uno de los más flojos de Pink Floyd, pero sin duda me parece un buen disco.

The Final Cut (la canción) podría considerarse la segunda parte de Comfortably Numb. El parecido está ahí, las comparaciones son inevitables, y aunque supongo que todos nos quedamos con el mítico himno de The Wall, ésta también se merece ocupar un lugar destacado.

No está de más recordarla.