lunes, 14 de febrero de 2011

Despertar electrónico

Hace unos cuantos años, en esa época en la que uno descubre y abraza el rock progresivo y las estructuras más complejas de lo normal, veía la electrónica más o menos machacona como algo inferior o aburrido. No pasa nada, aparte de ser una opinión tan válida e inválida como cualquier otra, tenía mis motivos que me parecían correctos. También estaba demasiado obsesionado con el prog, y las cosas que no se salieran de la norma me resultaban menores. Pero, tarde o temprano, (casi) todos maduramos. Musicalmente también. Bueno, es un proceso contínuo en realidad, pero nos abstraeremos de eso para no salirnos del tema del que quiero hablar.

Sí, antes menospreciaba la electrónica. Es una frase estúpida, porque la cantidad de cosas diferentes que pueden caber bajo una etiqueta como "electrónica" es apabullante. Así a bote pronto puedo decir Vangelis, Kraftwerk, Scooter, Autechre, Daft Punk o bandas sonoras de NES. Los primeros que se me han venido a la cabeza. Y son todos diferentes entre sí. Era mi amplio desconocimiento musical el que me ataba bien fuerte la venda que tapaba mis ojos a nombres y mis oídos a obras que posteriormente disfrutaría. ¿Han cambiado tanto las cosas o sigo siendo así de idiota?


Y no es que ahora sepa mucho. Nunca se puede saber "mucho" sobre música porque hay millones de agrupaciones o artistas y miles de millones de temas disponibles. Pero uno va catando y catando y se da cuenta de que ya no es el niñato prejuicioso de antaño, y que puede perfectamente anteponer Bad Romance a la n-ésima escucha de una joya quemada ya de tanto escucharla con esa actitud proggy de "esto es mejor porque es más complejo".


Personalmente encuentro muy interesante una faceta de la electrónica, que probablemente fue la semilla de mi interés hace ya tiempo: la variedad tímbrica y las infinitas posibilidades de usar sonidos interesantes, novedosos y antes desconodicos por mí. Desde los bajos del acid house hasta los leads clásicos del trance, pasando por esas emulaciones de cajas de ritmos clásicas (808, 909, etc).

Recuerdo cómo una amiga bakaluti (qué raro se me hace escribir esta palabra en un artículo) me recomendó una serie de cantaditas, mucho antes de tener una mentalidad abierta musicalmente, y quedé flipado con alguno de los sintes, en especial el sonido estridente protagonista de In my dreams, de Noemi. Creo que a partir de ahí, de prestar atención y aparcar las preconcepciones, comenzó un camino que ahora llevo caminando un largo tiempo, y en el que tiene cabida todo.

¿Y a qué venía realmente todo esto? Hoy, para sobrevivir un madrugón necesario pero indesado, he lanzado Spotify para no quedarme dormido en el escritorio y ha sido ponerme el Vicious Delicious de Infected Mushroom (Spotify) y venirme a la cabeza el pensamiento "y pensar que hace unos años habría quitado esta maravilla... qué idiota". Y eso me ha llevado a escribir esta pequeña confesión retrospectiva.
    

3 comentarios:

  1. Es que el Vicious Delicious es tremebundo.

    (sobre lo demás no tengo nada que no haya dicho ya... y me da pereza repetirme)

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  2. qué chido, te diste cuenta de la maravillosa electrónica, es todo un universo de sonidos estéticos o rústicos, pero un universo en sí.

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